Dios
es el Dios que tiene la sangre (1 Pedro 1:18-20).
En la sangre está la vida de Dios.
La sangre vino en carne,
es Jesucristo (Juan 1:14; 1 Juan 1:5-6).
Él derramó su sangre en la cruz
y todo el que bebe su sangre, recibe la vida de Dios (Efesios 2:1).
La descendencia de Adán
debe tomar su sangre para ser salva de la muerte,
y debe comer su carne para recibir la vida eterna (Juan 6: 53-54).
La verdadera vida por sangre y la carne de Jesús permanece en nuestro espíritu,
que tendrá huesos y carne siendo cuerpo en el día de la resurrección (Lc 24:39).
De esta manera,
la vida no solo está en la sangre
sino que depende del espíritu que se transformará en cuerpo después de la muerte.
Si el espíritu muere por el pecado, la vida no puede depender del espíritu.
La vida del animal se desvanece cuando pierde la carne,
pero en el caso del hombre, su vida depende del espíritu.
Así que no pierda su vida por la desobediencia.
Ésta es la vida de la fe en el tiempo de la carne.
Es decir, la vida espiritual.
◎ La vida del hombre
en su carne es ¨ la sangre¨
y en espíritu es ¨la vida¨.
◎ La vida del hombre está en la sangre y el espíritu,
así que aunque muera la carne que protege la sangre,
su vida se preserva.
◎ Pero si muere el espíritu que preserva su vida,
continua siendo permanente por la naturaleza del espíritu.
Sin embargo no se puede evitar la muerte.
※ ¡Que mi espíritu preserve la vida mientras el tiempo de la carne!
La vida se preserva por la palabra.
Así que mi espíritu tenga la palabra.