Dios
es quien está feliz.
No está feliz por la riqueza ni su situación
sino solo por el Hijo (Mateo 3:17).
Y
Dios quiere que nosotros seamos felices
por su felicidad.
Por eso
Él envió a su Hijo a este mundo,
para dar su felicidad
sobre los que reciben a Jesús el Señor y le obedecen.
Jesús
no fue pobre ni padeció aflicciones
porque no estuvo feliz.
Jesús consideró como su felicidad
que toda la voluntad del Padre se hiciese en la tierra
para que el Padre sea glorificado.
Jesús padeció aflicciones
por el nombre que el Padre dio.
Pero se gozó por la felicidad
de que su Padre fue glorificado con su reverente sumisión.
◎ Nosotros
entramos en Jesús con el bautismo que recibimos
para hacer la voluntad de Dios.
◎ Aunque Jesús es el Hijo de Dios
no prosperó en este mundo
pero sí en las obras de Dios.
◎ Nosotros
recibimos el bautismo en nombre de Jesús
para recibir la gloria que Jesús recibió.
※ ¡Que mi espíritu esté feliz!
Así como mi espíritu vaya bien
todas las cosas prosperen.